Camellos en Pekín
No todo es afalto y hormigón en Pekín. En la periferia, a 20 kilómetros del centro, se encuentra la Sierra de Xiangshan, ideal para una escapada rápida de tanta contaminación en la ciudad. Xiangshan es un antiguo complejo de ocio de la dinastía manchú que hoy sería para los pekineses el paralelo a Collserola en Barcelona. Es el sitio perfecto para hacer el dominguero, incluso más limpio que los parques en tierras ibéricas. Como es norma, la entrada cuesta 1 euro pero se agradece porque filtra la cantidad de público y puedes pasarte 5 horas paseando por el monte sin ver un papel.
También tienes otros atractivos al margen de la naturaleza domesticada: templos, pagodas, jardines y testimonios de la historia como la villa desde la cual Mao Zedong, según explican en su mini museo, preparó en 1949 la última gran batalla de la guerra civil, la del Yangtse.
Una carretera comarcal te lleva de vuelta a la ciudad. Al principio, bajando del monte, hay un bello tramo que cruza granjas de árboles y campos verdes. Con el taxi esquivamos a un anciano que pasea a un camello, detenido en el arcén mientras el animal come hojas de un árbol. La imagen me recuerda que hace setenta años todavía entraban en Pekín las caravanas de pastores nómadas con sus camellos. El animal no parecía ser utilizado como reclamo turístico, estaba demasiado bien cuidado. Quizá el viejo sólo quiso seguir viviendo en un mundo pasado.
C.
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