Tragedia en la línea 10
En el sector de la construcción chino se produce un degoteo imparable de accidentes laborales. Si la precaria situación de la industria minera es harto conocida, el de la construcción no le anda a la zaga. Ser peón de obra en China es jugarse la vida. Imaginaros qué tipo de protección pueden recibir estas personas si su equipo de trabajo, como os dije, es una americana y zapatos de suela lisa.
Un hundimiento de la sección de un túnel en la nueva línea de metro 10 de Pekín sepultó el miércoles a seis trabajadores. El caso ha tenido amplio eco porque es una infraestructura que se está construyendo para conectar el anillo olímpico y porque la compañía constructora es un gigante estatal. A los señores encargados de la obra se les ha caído el pelo porque parece ser que durante 8 horas ocultaron el accidente, incluso recluyendo con amenazas a los trabajadores, para evitar la sanción, la prisión y lo que pueda venir de más.
El sábado nos acercamos al lugar de los hechos. El acceso al túnel es un gran arco de andamios y perforadoras oxidadas cubiertas por telas de plástico para evitar que el polvo llegue a la calle. Es obvio que no sirve para nada. La escena era menos tensa de lo que suponía. En un parque colindante, de estos con máquinas de ejercicio, una decena de trabajadores esperaba nuevas noticias con pacienca. Sólo un chico joven mostraba sus nervios con lágrimas de impotencia y haciendo flexiones en una barra de altura. Esta gente debía intuir la tragedia cada día.
Muchos agentes de policia y algunos bomberos se aburren con ganas. Cada cierto tiempo carreras para bajar herramientas. Aparecen dos mujeres acompañadas por la policía. Gente humilde que llora, todos los visos de ser familiares. El enjambre de periodistas que hubo el jueves y el viernes ha desaparecido. A muchos analistas les sorprendió la libertad y rapidez de información que se permitió, sobre todo teniendo en cuenta que todo lo que esté vinculado a los Juegos Olímpicos es material sensible. Ayer pero sólo un par de jóvenes reporteros grababan imágenes e insistían con los camilleros para que les contaran algo más del rescate.
En la calle se publicita una empresa de maquinaria de construcción. La zona es un bosque de nuevos bloques de hormigón que crecen a velocidades inimaginables para la medida europea. Muchos en la Unión Europea envidian esta efectividad de trabajo, esta capacidad de rápida ejecución de las obras públicas. Error: según mi experiencia y la de reconocidos arquitectos, el resultado es una pésima calidad de construcción y un riesgo laboral inaceptable.
El accidente sucedió en Haidian, el barrio universitario. A escasos 100 metros, al norte, crece el parque científico de Pekín, donde los líderes de la informática mundial desarrollan nuevos centros de I+D. A 100 metros dirección sur está el campus de la Universidad del Pueblo, magnífico, enorme y con excelentes instalaciones de ocio y trabajo. Entre tanta modernidad, seis personas habrán muerto en unas condiciones de vida y trabajo miserables.
Las obras del nuevo metro continuaban como si nada en los tramos siguientes. Lunes, martes, miércoles, jueves, sábado y domingo, horas y más horas y más horas. Al mes, un salario de 40 a 90 euros. Bienvenidos a la revolución industrial china, donde 250 millones de personas viven como en la Europa del siglo XIX y 150 millones tienen nuestro actual nivel de vida.
El cambio empezó hace sólo 30 años y todavía quedan 900 millones en la edad feudal, en el campo.
C.
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