La antorcha habló tibetano en la cima del mundo
(La crónica que no salió)
Pekín 2008 cumplió ayer el reto de coronar el Everest con la antorcha olímpica. Una semana después de que la expedición china abandonara el campo base, la escaladora tibetana de 22 años Ciren Wangmo realizó el último relevo para conquistar los 8.848 de altitud del techo del mundo secundada por los otros 18 compañeros de cordada. Las autoridades chinas calificaron el acontecimiento de “histórico para China y para el Olimpismo”.
Para subir la llama olímpica al Qomolangma –como se denomina al Everest en China y en el Tíbet-, la montaña había sido aislada desde abril por las fuerzas de seguridad chinas y nepalíes. Por miedo a protestas pro derechos humanos, nadie que no fuera de la misión olímpica debía acceder al Everest y sus inmediaciones. Pese a ello, Li Zhixin aseguró en cambió que se detectaron en la montaña grupos de alpinistas no identificados con la intención de sabotear la expedición, según informa el diario South China Morning Post.
La identidad de los componentes, la ruta y la ubicación del equipo no se hicieron públicos hasta los compases finales de la misión. Para hacer posible la misión se construyó una carretera hasta el campamento base. La retransmisión de televisión fue técnicamente excelente, la mejor nunca realizada en alta montaña, según los organizadores, aunque únicamente se retransmitieron las últimas horas del ascenso. Los múltiples canales de la CCTV reprodujeron durante todo el día las imágenes de la aventura acompañadas de lemas patrióticos y una música épica que recordaba a un híbrido entre las bandas sonoras de Carros de Fuego y Lo que el viento se llevó. Sólo los medios de comunicación oficiales y una decena de periodistas extranjeros fueron autorizados a cubrir el acontecimiento olímpico. La mitad de las corresponsales internacionales que fueron elegidos para seguir el relevo recibieron a última hora la noticia de que no tenían billetes de avión, o se les desaconsejó el viaje porque su condición física no les permitiría adaptarse a la altura. Los periodistas chinos en cambio ya llevaban días aclimatándose en el campamento base.
C.
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